Que aquella
pena que me aqueja
hace a mi, mi única
dicha,
el ver brotar
sangres de mi vena
Y ser yo mismo
causa de ese dilema.
Que muerte sea
calma
y que calma
sea pasajera
porque no merezco
tal destino
mas que el
presente, este mismo
que me apena y
me despecha
que de amores
me aleja.
Y disfraza de risas
y alegría
con calma y
sutileza
con mil ruidos
y sin la belleza
del silencio
que, solo a veces, nos rodea.
Porque tal es
mi temor
a desaparecer,
que solo el desvanecerme
calmaría este
ardor
solo el mismísimo
dolor
de ver
cumplido mi miedo y perdición
dejaría vana
la tortura del tiempo,
me llevaría a
un nuevo milenio
donde viejas
penas fueran recuerdos
recuerdos vagos
y perdidos
tan olvidados
como yo lo fuera
tras ya haber
vivido.
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